Nuestras maletas hasta ahora |
Caminamos a Nanjing Rd. y llegamos a un Starbucks. Mientras esperamos, Carlos y la mamá salen a ver unos tambores que están tocando (probablemente para espantar los espíritus malignos). Cero ritmo, puro ruido... el objetivo es espantar no hacer una sinfonía así que después de escucharlos entran con nosotros a disfrutar nuestros conocidos cafés.
Director de los tambores |
Banda "espanta-cucos" |
Caminamos al hotel y a las 10:30 nos recoge Michael (nombre en inglés). Es conductor y guía y habla buen inglés así que entendemos perfecto lo que nos cuenta. Empieza el tour y salimos de la ciudad por el mismo camino que llegamos. Nos va contando cosas históricas de China con fechas, cosas de la ciudad, etc. También hablamos de política y nos convencemos un poco con su régimen, no se sí porque los guías turísticos TIENEN que hablar bien de la política, o porque están realmente felices, tanto que el dice: "no nos importa quien gobierne, mientras nosotros tengamos dinero y no falté comida" y se nota que plata no falta, ya que hay más Louis Vuitton aquí que Big Johns en Santiago.
Nos topamos con un taco "because it's New year and we are in holidays" una frase que escucharíamos al menos 90 veces más hoy y mil más el resto de los días con los siguientes tours.
Después de una hora de taco el tráfico se libera un poco y empieza el verdadero camino hacia el pueblo que en teoría estaba a una hora y media (con taco una más que eso). Llegamos al estacionamiento y todo lo que creíamos del pueblo se derrumba. Pensábamos que era un pueblo pequeño, casi incivilizado y muy típico y representativo de la ruralidad, pero en vez de eso hay toda una previa civilizada y comercial en torno al pueblo mismo que se desarrolló para dar mayor opción de comidas y compra de souvenirs a los turistas.
Nuestro guía compra los tickets y vamos en el minibus hacia el sector de pueblo comercial externo, y nos estacionamos en un restaurant como los que nunca más queremos probar después de ayer. El tour incluye almuerzo así que suponemos que será ahí, y cuando nos preguntan si queremos almorzar ahora o más tarde la respuesta es un "después" general.
Caminamos por la peatonal hasta el pórtico de entrada al pueblo antiguo de Zhou Zhuang, preservado por más de 900 años, con casas construidas con patios interiores y arcos con tallados en los ladrillos que aún están vigentes. Entramos pasando a través de una moneda china recortada para que sirva de puerta después de que revisan nuestros tickets. En teoría si pasas por la moneda este año será económicamente próspero así que buena suerte para todos, jaja.
Ya dentro del "pueblo" la cosa no es menos que estar en Venecia para el carnaval (cuando fui no era carnaval pero debe ser así mismo): lleno de gente por todos lados, como mar de hormigas que te llevan de un lado para el otro y te empujan y pasan a llevar sin piedad si estas en su camino. Es bien bonito pero antes de recomendarlo sería bueno ver cómo son los otros pueblos de agua que hay por este sector (por ejemplo Wuzhen que queda un poco más lejos aún), porque es bonito en verdad pero sin gente debe ser mejor, y tal vez los pueblos un poco más lejanos tienen menos turistas y están más al natural (considerando que si este está a dos horas, los demás requieren más tiempo de viaje ida y vuelta).
El guía nos saca una foto en una piedra que tiene tallado el nombre del lugar y empieza el recorrido por callejuelas internas y puentes que cruzan los canales de un lado para otro. Subir y bajar los puentes tipo Venecia es un desafío para no caerse con los empujones de la gente. Mike compra unas galletas locales y nos da de probar (no nos gustan mucho así que comemos por cortesía, algunos entera y otros la mitad, buscando piola un basurero para el resto para que Mike no se sienta mal).
Techos de las casas del pueblo |
Entramos a una casa de una persona (Zhang hall, que no recuerdo quien era) y nos muestra algunas disposiciones del salón de recepción, explicación de la forma de las puertas, etc. Las puertas son desmontables así que se pueden abrir completas si se quiere, y en la parte baja un tablón alto de mas de un escalón para, en términos prácticos, evitar que entre el agua de las lluvias y, en términos simbólicos y de creencias, porque los humanos somos los únicos seres capaces de pasar por encima del tablón dando un paso (eso si no estamos paveando y nos tropezamos antes de dar el paso alto), algo que las serpientes y espíritus no podrían. Para entrar no hay que pisar el tablón porque es un signo de mala suerte como si el que pisa fuese un fantasma que amenaza el hogar... con eso entiendo por qué ayer una señora me hizo bajar de uno cuando estábamos recorriendo el templo... ups!
Llegamos a otra casa, esta vez la de un millonario: Shen Hall (quizás los nombres de las dos casas están al revés pero creo que era así). El guía nos cuenta leyendas y parte de la historia real de este personaje mientras recorremos los salones de su ex hogar.
Saliendo de ese lugar vamos camino a tomar el botecito clásico tipo Venecia. Nuestro guía va por el ticket pero vuelve diciéndonos que hay como 3 millones de personas y que tendríamos que esperar casi 2 horas para subirnos a uno y que nos devuelve esa plata del tour… no le creemos mucho porque a estas alturas ya cachamos que es un poco chamullento, así que le decimos que queremos intentarlo. Recién ahí pregunta de verdad en la ventanilla y la verdad es que la espera es de menos de media hora. El sistema luego de pagar es estar en una sala de espera mientras van llamando en forma ordenada los números de ticket que tienes. Faltan 40 y algo para nosotros así que aprovechamos de comprar bebidas. Obviamente no cachamos en qué número van porque es en chino pero andamos con el súper Mike así que mientras él esté atento todo bien.
Cuando ya se acerca nuestro número el guía nos acerca al sitio de embarque y ya cuando nos llaman el papá se manda un show celebrando su turno y todos los chinitos sonríen y quedan plop! con el turista efusivo.
Nos subimos a la embarcación los 5, Mike y la señora que rema. Los botes son súper inestables así que cada vez que nos vamos poniendo para la foto es una aventura en movimiento. Mike nos pregunta si queremos que la señora cante mientras rema (noooo, ¡por favor!)... y le decimos que sí (porque después piden propina entonces es una forma de ayudarles). Canta igual que las demás, en forma intermitente mientras va remando. Vamos detrás de un gran número de otros botes de turistas así que la cosa parece juego de parque de diversiones, pasando debajo de los puentes mientras los locales nos sacan una que otra foto (cosa que se ha dado bastante durante este viaje porque como es año nuevo hay muchos locales de pueblos chicos de turismo y ellos no eran acostumbrados a ver extranjeros sobretodo de razas diferentes).
Después de un buen rato de paseo y de pasar por varios lugares del pueblo, esta vez por el agua, llegamos al final del recorrido y nos bajamos. Pasamos por los callejones ya en busca de la salida, donde vemos más comercio local y muchas familias que aún disfrutan del pueblo antes de volver a sus casas a seguir celebrando la semana de vacaciones del año nuevo chino. Llegamos una vez más a la moneda de la entrada principal y salimos del pueblo propiamente tal hacia la calle externa, donde aún hay mucho movimiento, sobretodo con pequeños locales de comida de aquí (dumplings y brochetas de contenido dudoso), con un olor fuerte característico de estos lugares.
Llegamos al estacionamiento del minibus, que estaba asociado a un par de restaurantes de aquí. Michael nos dice que almorcemos (está incluído en el tour), pero de la carta que nos pasan nada nos tinca mucho porque o son vegetales misteriosos o cosas con animales con la cabeza incluida en el plato (por ejemplo la sopa de pollo es una sopa con el ¡¡pollo entero!!. Nos ponemos "honestos" y fingimos estar enfermos de la guata y preferimos no almorzar en el lugar, porque esa situación incómoda de decir "mejor no gracias" era mucho mejor que después, con los platos en la mesa, no probar las cosas y dejar todo servido y decir en ese momento "no nos gustó".
Nos devolvemos al minibus para irnos de regreso a Shanghai. La conducción de regreso es toda una aventura porque Michael los pasa a todos y maneja a mil por hora por la autopista con sólo un par de dedos en el volante. Aprovechamos de preguntarle por cosas locales de ellos, como por ejemplo sus nombres en inglés (que eligen ellos y no son oficiales porque los usan para fines de comunicación con occidente, por ejemplo, los que trabajan en turismo), de la ley del hijo único y sus excepciones, etc.
Llegamos a Shanghai y quedamos con el mismo chofer de que nos pase a buscar a las 20:00 para irnos a la estación de trenes Shanghai Central. Mientras, vamos a almorzar algo que sí nos gusta. Comemos Kentucky (KFC) y McDonalds en un mall que queda al lado del hotel. No es lo mismo que en Chile pero salva bastante para el hambre que tenemos. Nos vamos a comprar unos helados y la Jani tiene un incidente con una china que limpiaba mesas, que se enoja porque la Jani deja una bandeja del McDonalds en la zona de KFC. Se la pasa pegándole con la bandeja y la Jani, picota, no se la lleva. Ahí la china sale desesperada y convertida en energúmeno a pasársela de nuevo, esta vez a mi papá, que de no ser porque aquí somos minoría le hubiese mandado saludos a su madre. Al final la van a dejar y vamos por los helados, donde la niña, en su esfuerzo por comunicarse, nos atiende en una mezcla de francés-inglés, pero logramos entendernos y nos llevamos nuestros helados.
Ya a las 20:00 hrs nos pasa a buscar Michael al hotel y nos lleva a la estación. La estación es grande y fría. Vemos en la pantalla y nuestro tren aparece (bien!). Es el D306 que tiene como terminal Xian. Sale a las 22:00 así que tenemos harto rato para estar ahí. La sala de espera para entrar después a nuestro anden está repleta y cuando sale el tren que se va antes que el nuestro, a pesar de las esperanzas que teníamos de que se fuera la mitad de la gente al menos, sólo se paran algunos y quedan casi todos en sus mismos lugares. Veinte minutos antes de partir avisan algo en Chino por el altoparlante y todos se paran y se ponen en las puertas donde aparece nuestro numero de tren, así que asumimos que tenemos que pararnos y ponernos a la "cola" (o montón de gente apelotonada) para poder entrar.
Abren las puertas, todas las que pueden, y sólo mostrando el ticket en la mano nos dejan pasar. Bajamos al anden y para nuestra "suerte" el carro que nos toca es casi el último, así que caminamos y caminamos con las maletas hasta llegar a pocos minutos de que cierren las puertas (y eso que veníamos con tiempo, jaja). Ya dentro del tren el problema pasa a ser dónde meter las maletas enormes que andamos trayendo. Nos tocan 4 camas en una misma "habitación" y queda una en la pieza del lado. Carlos se ofrece a ir ahí, a pesar de que hay una guagua que de seguro va a llorar de noche. Acomodamos como podemos las cosas, nos revisan los tickets y nos dividimos los lugares de la pieza de las 4 camas (el tren ya partió). Nos vamos a dormir lo antes posible porque por la ventana al menos no hay cosas que ver (por la oscuridad de la noche, y sobretodo porque mañana llegamos temprano a Xian.
Turista local sacándonos fotos |
Después de un buen rato de paseo y de pasar por varios lugares del pueblo, esta vez por el agua, llegamos al final del recorrido y nos bajamos. Pasamos por los callejones ya en busca de la salida, donde vemos más comercio local y muchas familias que aún disfrutan del pueblo antes de volver a sus casas a seguir celebrando la semana de vacaciones del año nuevo chino. Llegamos una vez más a la moneda de la entrada principal y salimos del pueblo propiamente tal hacia la calle externa, donde aún hay mucho movimiento, sobretodo con pequeños locales de comida de aquí (dumplings y brochetas de contenido dudoso), con un olor fuerte característico de estos lugares.
Señora local, hilando |
La Jani, disfrutando el aroma local |
Llegamos al estacionamiento del minibus, que estaba asociado a un par de restaurantes de aquí. Michael nos dice que almorcemos (está incluído en el tour), pero de la carta que nos pasan nada nos tinca mucho porque o son vegetales misteriosos o cosas con animales con la cabeza incluida en el plato (por ejemplo la sopa de pollo es una sopa con el ¡¡pollo entero!!. Nos ponemos "honestos" y fingimos estar enfermos de la guata y preferimos no almorzar en el lugar, porque esa situación incómoda de decir "mejor no gracias" era mucho mejor que después, con los platos en la mesa, no probar las cosas y dejar todo servido y decir en ese momento "no nos gustó".
Menú apetitoso... |
Nos devolvemos al minibus para irnos de regreso a Shanghai. La conducción de regreso es toda una aventura porque Michael los pasa a todos y maneja a mil por hora por la autopista con sólo un par de dedos en el volante. Aprovechamos de preguntarle por cosas locales de ellos, como por ejemplo sus nombres en inglés (que eligen ellos y no son oficiales porque los usan para fines de comunicación con occidente, por ejemplo, los que trabajan en turismo), de la ley del hijo único y sus excepciones, etc.
Llegamos a Shanghai y quedamos con el mismo chofer de que nos pase a buscar a las 20:00 para irnos a la estación de trenes Shanghai Central. Mientras, vamos a almorzar algo que sí nos gusta. Comemos Kentucky (KFC) y McDonalds en un mall que queda al lado del hotel. No es lo mismo que en Chile pero salva bastante para el hambre que tenemos. Nos vamos a comprar unos helados y la Jani tiene un incidente con una china que limpiaba mesas, que se enoja porque la Jani deja una bandeja del McDonalds en la zona de KFC. Se la pasa pegándole con la bandeja y la Jani, picota, no se la lleva. Ahí la china sale desesperada y convertida en energúmeno a pasársela de nuevo, esta vez a mi papá, que de no ser porque aquí somos minoría le hubiese mandado saludos a su madre. Al final la van a dejar y vamos por los helados, donde la niña, en su esfuerzo por comunicarse, nos atiende en una mezcla de francés-inglés, pero logramos entendernos y nos llevamos nuestros helados.
Ya a las 20:00 hrs nos pasa a buscar Michael al hotel y nos lleva a la estación. La estación es grande y fría. Vemos en la pantalla y nuestro tren aparece (bien!). Es el D306 que tiene como terminal Xian. Sale a las 22:00 así que tenemos harto rato para estar ahí. La sala de espera para entrar después a nuestro anden está repleta y cuando sale el tren que se va antes que el nuestro, a pesar de las esperanzas que teníamos de que se fuera la mitad de la gente al menos, sólo se paran algunos y quedan casi todos en sus mismos lugares. Veinte minutos antes de partir avisan algo en Chino por el altoparlante y todos se paran y se ponen en las puertas donde aparece nuestro numero de tren, así que asumimos que tenemos que pararnos y ponernos a la "cola" (o montón de gente apelotonada) para poder entrar.
Abren las puertas, todas las que pueden, y sólo mostrando el ticket en la mano nos dejan pasar. Bajamos al anden y para nuestra "suerte" el carro que nos toca es casi el último, así que caminamos y caminamos con las maletas hasta llegar a pocos minutos de que cierren las puertas (y eso que veníamos con tiempo, jaja). Ya dentro del tren el problema pasa a ser dónde meter las maletas enormes que andamos trayendo. Nos tocan 4 camas en una misma "habitación" y queda una en la pieza del lado. Carlos se ofrece a ir ahí, a pesar de que hay una guagua que de seguro va a llorar de noche. Acomodamos como podemos las cosas, nos revisan los tickets y nos dividimos los lugares de la pieza de las 4 camas (el tren ya partió). Nos vamos a dormir lo antes posible porque por la ventana al menos no hay cosas que ver (por la oscuridad de la noche, y sobretodo porque mañana llegamos temprano a Xian.
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